El Camino de Santiago no es solo una ruta, es una experiencia que te atrapa, te transforma y te invita a volver una y otra vez.
Si no, pregúntale a Graciela Valdés, una mujer de 76 años que, tras perder a su marido, se animó a cumplir un viejo sueño: recorrer el Camino. A pesar de la tristeza y el miedo que sentía, decidió lanzarse a la aventura en 2010, acompañada por una amiga. Y ese fue solo el principio de un viaje que cambiaría su vida. Desde entonces, Graciela ha recorrido el Camino de Santiago ¡siete veces! “Es adictivo”, dice con una sonrisa. Cada vez que lo hace, siente que algo dentro de ella se renueva, que la tristeza va dejando lugar a un nuevo horizonte de vida.
El Camino tiene esa magia, lo cuentan miles de peregrinos que cada año se lanzan a la ruta. En lo que va del año, más de 440.000 personas de todos los rincones del mundo han hecho este recorrido. Aunque el destino final sea la imponente catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, lo que realmente engancha es el propio camino: esa mezcla de naturaleza, historia, solidaridad y, sobre todo, descubrimiento personal.
No es solo una ruta religiosa, aunque el origen del Camino esté vinculado al Apóstol Santiago. Es mucho más que eso. Es un viaje espiritual y transformador para muchos, independientemente de sus creencias.
Gente de todas las edades y nacionalidades se aventura a recorrer kilómetros y kilómetros, con poco más que una mochila y un bastón, guiados por las famosas flechas amarillas que marcan el camino. Cada paso te conecta con la tierra, la gente, el pasado y, sobre todo, contigo mismo.
Los Caminos a Santiago
Las rutas del Camino de Santiago son variadas y cada una tiene su encanto. La más popular es el Camino Francés, que atraviesa casi 900 kilómetros desde St. Jean Pied de Port en Francia, aunque muchos inician desde Roncesvalles, ya en España. Requiere algo más de un mes de caminata, pero también hay opciones más cortas y accesibles, como el Camino Portugués, el Primitivo, o el Inglés. Lo importante no es tanto el lugar donde comiences, sino que camines al menos 100 kilómetros (o 200 en bicicleta) para ser reconocido oficialmente como peregrino y obtener la famosa Compostela, el certificado de haber completado el viaje.
Experiencias
Uno de los que también quedó enganchado es José Tenorio, de 59 años, quien ya ha recorrido el Camino seis veces en bicicleta. Para él, la experiencia no se trata solo de llegar a Santiago, sino de todo lo que sucede durante el trayecto. “Siempre digo que, si el camino pasa por uno, y no simplemente uno por el camino, tu vida no vuelve a ser la misma”, cuenta José. En el Camino, dice, todos somos iguales: no importa cuánto dinero tengas o de dónde vengas, en los albergues te acomodas por orden de llegada, compartes con otros peregrinos sin distinciones, y descubres que lo más simple es lo más valioso.
El Camino también tiene sus momentos duros. Marcela Vivas Urrutia lo sabe bien. En su primera experiencia recorrió los casi 800 kilómetros del Camino Francés bajo lluvias torrenciales y un frío que calaba los huesos. Y, como si fuera poco, en su segundo viaje, un dolor en el pie la obligó a detenerse unos días. ¿El diagnóstico? El tercer metatarso roto. Pero ni la lluvia ni el dolor la detuvieron, y a pesar de las dificultades, regresó a casa con una nueva perspectiva. “Te das cuenta de que muchas veces te quejas demasiado y de que no necesitas tanto para ser feliz”, reflexiona.
Para muchos, el Camino de Santiago es una oportunidad única para desconectar de la rutina y reenfocar sus vidas. Josepe García Miguel, experto en automotivación, lo recorre religiosamente cada año desde 2007. Según cuenta, este recorrido le permitió tomar distancia de su vida cotidiana y encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera sabía que tenía. “El Camino te cambia la mirada hacia la vida y hacia la gente que te rodea. Regresas más sereno, como si te hubieras quitado un peso de encima”, asegura.
Caminar el Camino de Santiago no es solo un reto físico, es una travesía emocional y espiritual. Según la psicóloga Daniela Java Balanovsky, estos viajes ayudan a regular nuestras emociones, y los peregrinos lo viven en carne propia. Al final, no es solo el destino lo que importa, sino todo lo que se aprende en el proceso.
Rosana Montano, presidenta de la Asociación Amigos del Camino de Santiago en Argentina, es una verdadera experta en la materia: lo ha recorrido 18 veces. Para ella, el Camino no es algo que se hace una vez y ya, sino una experiencia que te transforma profundamente. Tanto es así que decidió fundar la asociación para ayudar a otros a vivir la misma aventura. Incluso, suele ser hospitalera voluntaria en los albergues gallegos, ofreciendo apoyo y hospitalidad a los peregrinos que llegan después de largas jornadas de caminata.
La recompensa final es llegar a la majestuosa plaza del Obradoiro, frente a la catedral de Santiago de Compostela. Allí, las emociones fluyen libremente: lágrimas, abrazos, sonrisas y una sensación indescriptible de logro. Es el momento en que todo el esfuerzo cobra sentido. Como dice Graciela, “llegar a Santiago me hace llorar cada vez, como si fuera la primera”. Y es que, al final, el Camino de Santiago es eso: una experiencia única, que te cambia la vida.
¿Te animas a hacer el Camino de Santiago?
Solo necesitas una mochila ligera, ropa cómoda, y sobre todo, muchas ganas de caminar.
Aunque hay agencias que se encargan de organizar todo, lo más auténtico es hacerlo por cuenta propia, alojándote en los albergues de donativo o los de la Junta de Galicia, que son muy económicos.
Recuerda llevar la Credencial del Peregrino para ir sellándola a lo largo del recorrido y poder obtener tu Compostela al final.
Y si no quieres cargar la mochila, hay empresas en España que ofrecen un servicio que tela transporta de un albergue al siguiente, ¡para que solo te preocupes de disfrutar!
Para una información más completa sobre todo lo que tienes que saber y preparar para hacer el Camino, visita la sección de Consejos de esta web.
En definitiva, el Camino de Santiago es mucho más que un viaje: es una oportunidad para descubrirte a ti mismo, conocer gente increíble, y recordar lo verdaderamente importante en la vida.
Así que, ¡Buen Camino!
Basado en La Nación / Andrea Ventura